Manuel Azaña

Manuel Azaña Díaz (Alcalá de Henares, 10 de enero de 1880-Montauban, 3 de noviembre de 1940) fue un político, escritor y periodista español, presidente del Consejo de Ministros (1931-1933) y presidente de la Segunda República (1936-1939). Destacó por las reformas que implementó durante su gobierno, el llamado bienio social-azañista, y por su papel como jefe del bando republicano durante la guerra civil española.

Perteneciente a la clase media alcalaína, procedía de una familia liberal y tuvo una educación religiosa, factores que formarían su pensamiento republicano, izquierdista y anticlerical. Tras licenciarse en Derecho, Azaña comienza a involucrarse en la vida cultural y política de la Restauración, abogando por mayores libertades económicas y derechos para los trabajadores, además de colaborar en el Ateneo de Madrid, del que sería presidente. Firme opositor a la generación del 98, es enmarcado como autor dentro de la generación del 14. Colabora con intelectuales como José Ortega y Gasset en proyectos para reformar la vida política española y se une al Partido Reformista. Durante la Primera Guerra Mundial, Azaña hace gala de un sentimiento aliadófilo, y trabaja como corresponsal de guerra en Francia e Italia. Después de varios proyectos literarios y electorales de escaso éxito, crea Acción Republicana en 1926, en plena dictadura de Primo de Rivera. Ese mismo año es galardonado con el Premio Nacional de Literatura por su biografía Vida de Don Juan Valera. Azaña fue uno de los firmantes del pacto de San Sebastián en 1930, hecho que terminó por solidificar el republicanismo como alternativa política. Los conflictos de la Restauración culminan tras las elecciones municipales de abril de 1931 con la abdicación de Alfonso XIII y la proclamación de la Segunda República, cuyo gobierno presidirá Azaña durante unos meses de forma provisional.

Franco a la derecha
Siendo elegido presidente del Gobierno en las elecciones generales de 1931, llevará a cabo reformas educativas, económicas, militares, sociales y estructurales, entre las que destacan la reforma agraria, la reforma militar, la creación de un estatuto de autonomía para Cataluña, y la laicización del Estado. El controvertido carácter de sus reformas, en conjunción con la Sanjurjada y los sucesos de Casas Viejas, llevaron a su dimisión en septiembre de 1933. Pese a ser arrestado tras la revolución de 1934, sin que pudiese ser acusado de ningún delito, Azaña vuelve a la vida política refundando su partido en Izquierda Republicana, el cual formará parte del Frente Popular en las elecciones de 1936. Estas devuelven a Azaña a la presidencia del Gobierno, para después ser investido como presidente de la República, sustituyendo a Niceto Alcalá-Zamora, con Santiago Casares Quiroga en la jefatura de Gobierno. Al cabo de unos meses, se produce una sublevación militar cuyo fracaso inicia la guerra civil española. En este período, el papel de Azaña es reducido notoriamente ante la autoridad que el contexto bélico propicia a las milicias anarquistas y al Partido Comunista. Procuró la intervención franco-británica en el conflicto y una reconciliación nacional, demandada en su discurso Paz, piedad y perdón en 1938.

Una vez que el Gobierno francés abrió paso a civiles y militares por la frontera, en enero y febrero de 1939, Azaña, su familia y sus colaboradores se dirigieron hacia ella. El día 4 de febrero, Negrín le comunicó personalmente que era decisión del Gobierno que se refugiase en la embajada de España en París hasta poder organizar su regreso a Madrid. Azaña, sin embargo, dejó claro que, tras la guerra, no había vuelta posible a España. El día 12 le presentó su renuncia el general Rojo y el 18 Negrín le envió un telegrama instándole a que, como presidente, debía volver a España. Azaña, sin embargo, tenía claro que no iba a volver, como tenía claro que presentaría su dimisión en cuanto Francia y el Reino Unido reconociesen al gobierno de Franco, cosa que ocurrió el 27 de febrero. Desde Francia, Azaña envió la carta de dimisión al presidente de las Cortes el 28 de febrero. El 31 de marzo, en una reunión de la Diputación Permanente del Congreso de los Diputados en París, Negrín criticó duramente la decisión de Azaña de no volver a España.


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